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September 05, 2016

Calores y veranos

Stéphanie Metzger del Campo

El calor en un país de inviernos glaciales, tiene una dimensión milagrosa, por lo menos para mí.

Me digo: ahora mi paisito esta pasando por las áreas cósmicas que ya fueron transitadas por mi cono sur.

Cómo serán esas áreas?Qué es lo que genera el calor?

En todo caso zambullirme en el río o en el lago, es milagroso.

El calor genera liviandad, esas ganas de acostarse tarde y de disfrutar de los rayos del sol, de la misma manera en que se disfrutan las buenas amistades.

Con calor, los pies descalzos recobran su tierra y los poemas nacen como margaritas. Cada pétalo es un "te amo más".

No, la poesía no duerme. Ella circula por vericuetos, que solo ella conoce en el mundo invisible.

La poesía no descansa ya que mora en ella el invencible deseo de transformación y justicia.

Mis versos de verano se refrescan con menta y gengibre y son sensibles a las cascadas de agua.

Mi poesía protege mi aura y festeja el trino estival.

Sigo pensando, que el verano, es cuestión de milagros.

Araucano, el chamán de Nutrivida, en La Danza de las Astropartículas, obra de teatro de la cual soy autora, dice: " Llaman milagro a aquellos fenómenos naturales a los que todavía la ciencia no encontró explicación? "

Si, al verano ya lo explicaron científicamente.

A la poesía, no.

September 05, 2016

La música

Stéphanie Metzger del Campo

La música inventa palabras.

Cómo es esto?

Si, como la lluvia que inventa al rayo para que el relámpago no quede huérfano.

En la música, los colores se delinean a través de las notas que se ubican en un pentagrama, acariciandose las unas y las otras.

Inventan lo que está siempre por inventarse.

Frecuentan sinfonías de frecuencias en las cuales las sintonías no se conforman solo con blancas o negras.

No,

inventan colores que pertenecen al registro de lo invisible, pidiendonos a nosotros, auditoras y auditores, de hacer recurso a la metáfora.

Porque el lenguaje de la música conoce la retórica de la metáfora.

Es la única que aúna retórica con metáfora.

Que sería del oido sin esa virtud que lo reconoce  como intérprete, al mismo tiempo que iniciador de metáforas?

Porque en la metáfora se erige una gran libertad, como esa que se canta y festeja en los himnos cantados, desde nuestra niñez en los colegios.

En ese momento, creemos en la libertad y en todo momento tambien, ya que esta forma parte de ese bagaje genético y transgénico cultural y que todos defendemos ( o por lo menos, muchos, muchos de nosotros ), como podemos...

Libertad y música, sí, ya que la metáfora vuela y se contagia de notas, acordes, harmónicos, para visualizar y viajar con nuestra mente perceptiva hacia paisajes desconocidos.

Qué deparan esos paisajes? Qué nos informan estos paisajes? Qué nos proveen esos paisajes?

Un pasaporte hacia la contemplación, que a mi modo de ver, equivale a decir, un pasaporte hacia la libertad.

Con la metáfora puedo reconstruir mi mundo a partir de mi propia grilla de lectura, ya que mi paisaje, tiene reglas diferentes del paisaje del otro, y es bueno respetar esa singularidad.

Respetarla, me hace todavía más íntegra y sensible.

Respetarla me hace entender, que ese espacio dentro mío que no se puede nombrar, como diría Saramago, y que es diferente del espacio del otro, es sagrado y único. Respetar sus leyes, es vibrar desde la contemplación.

La música y su metáfora siempre respetan ese espacio. Y por eso las considero vectoras de la libertad.

Amo la esencia, porque en su invisibilidad casi indecible, también tiene su música.

Alguien dijo: el silencio no es mudo, solo es una interrupción de la música.

September 05, 2016

Besos de manos

Stéphanie Metzger del Campo

En países donde dar la mano es muy usual, y el dar besos es inusual como un pan de miel, me pregunto muchas veces, cuáles son los afectos que se vehiculizan a través de estos canales costumbristas y culturales?

Cuando le doy un beso en vez de la mano a alguien, en países que acostumbran a dar la mano, no tiene el mismo impacto que dar un beso, como sucedería en un país que acostumbra a hacerlo.

En un país de manos ( voy a simplificarlo así ), dar un beso es señal de franca amistad, o de franca confianza, o de franco acercamiento, o de franco reconocimiento.

En un país de besos, también, pero igualmente podemos besar en la mejilla, a alguien con quien nos vimos por primera vez.

Esto no sucede en un país de manos.

No me interesa medir esto en términos de qué es mejor ni en términos de valores jerárquicos.

Cuando alguien me da un beso, aquí en un país de manos, en vez de la mano que me tendía habitualmente, me digo: "nous avons franchi un pas".

Y no solo te da un beso, sino tres, alternando las mejillas!

Alguien me había dicho alguna vez, que estos 3 besos, originariamente en la historia, eran dados como bendiciones. Cada beso representaría de ese modo, un: " En el nombre del Padre: un beso en la mejilla, en el nombre del Hijo, un beso en la otra mejilla, y del Espíritu Santo, 3er beso.

Dar la mano, a lo que hay que acostumbrarse cuando se viene del cono sur, genera de alguna manera un cierto distanciamiento, pero no vacío de respeto y de compromiso.

Aprendí a construir la amistad, adaptandome a los "us et coutumes" de aquí, como una especie de celebración.

El acercamiento se hace de a poquito, tanteando terrenos, sensibilidades, un poco como dos animalitos que no se conocen y se van acercando de a poco al terruño del otro.

Aprendí a tejer esta ceremonia sin desilusionarme y sin desear grandes alborotos explosivos y expresivos, tratando de comprender la sensibilidad ajena y cuidando la mía.

Da resultado.

Al modo de una ceremonia de té japonés, he creado amistades de esta manera, divinas, valiosas y únicas.

El pan de miel lo compartimos no solo en Navidad y en cada solsticio, sino también en esos pic-nics estivales.

Comprender los códigos del otro, no han hecho mas que enriquecerme y sobre todo han aportado matices a mi sensibilidad.

Amo a mis amigos, a los de aquí y a los de allá, cada cual jugando sus instrumentos con melodias y expresiones que les son únicas y tan singulares en su expresividad.

Saboreo cada estilo de expresividad como una receta épica culinaria.

Todo es cuestión de ritos y paisajes sensitivos.

Una experiencia, que cuando se la vive con reconocimiento, tambien se la protege.

 

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